Vida Práctica

 Cada ser que compone el universo se encuentra regido por una urgencia primitiva de satisfacer necesidades básicas de nuestro cuerpo, mente y espíritu. Esta búsqueda natural nos ha impulsado, desde un origen, a la constante creación de estrategias, herramientas, costumbres y hábitos que moldean permanentemente nuestra manera de actuar, expresar y relacionarnos. Como un motor interno, existe dentro nuestro una motivación superior de supervivencia que nos lleva a movernos, desenvolvernos en el mundo que nos rodea, comprender, comunicar, crear e imaginar. Montessori (1986) dice que “Podemos decir que hemos nacido con un estímulo vital (Horme) ya organizado en la estructura general de la mente absorbente y cuya especialización y diferenciación están anunciadas en las nebulosidades” (p.130). No sería posible hablar de una conciencia, de una inteligencia y una civilización sin ese empuje natural por sobrevivir. 

 Si nos remitimos al origen de nuestras capacidades cognitivas encontramos que hay ciertos aspectos que han sido determinantes para dar paso al mundo como lo conocemos hoy. En el proceso evolutivo de nuestra especie, existen cuatro elementos que han jugando un papel fundamental en la creación de una civilización; el movimiento como herramienta principal para la satisfacción de necesidades básicas, el cuidado de lo que nos rodea y de uno mismo como instinto de preservación de un espacio físico y social en el que nuestras actividades puedan desarrollarse y los valores sociales que engranan las sociedades y nos sirven como el pegamento que mantiene unido el gran experimento social que llamamos civilización. Estos cuatro elementos son los cuatro aspectos en los que trabaja el área de Vida Práctica en la educación Montessori; los movimientos elementales, el cuidado del ambiente, el cuidado de la persona , la gracia y cortesía. Es por este motivo que, Vida Práctica juega un papel fundamental en nuestro desarrollo, la piedra angular con la que edificaremos nuestro ser y, eventualmente, nuestra sociedad.

De la misma manera en que, en un comienzo, aprendimos a utilizar los elementos de la naturaleza para la creación de herramientas que nos permitan comer, beber, construir y crear, hoy en día nos servimos de los elementos que nuestro entorno social nos brinda para satisfacer esas mismas necesidades primordiales. El trabajo de Vida Práctica maneja los principios filosóficos Montessori para conseguir la conquista de la independencia en el niño a través del movimiento. Como su nombre lo indica, la práctica de ciertas habilidades indispensables para la vida conlleva una organización mental y espacial sobre la que el niño puede desenvolverse plenamente con facilidad, el propósito de realizar actividades específicas como vestirse, asearse, limpiar, mover objetos y cuidar otros seres vivos no consiste únicamente en el perfeccionamiento de tareas de la vida diaria, sino que también consiste en acompañar y propiciar el desarrollo mental de las funciones cognitivas que conllevan la ejecución y el perfeccionamiento de las actividades mencionadas. 

 Si bien el trabajo de Vida Práctica, en primera instancia, responde a ciertas necesidades específicas manifestadas por los periodos sensitivos de orden, refinamiento sensorial y movimiento (entre otros), también busca nutrir al niño con habilidades de adaptación, control, orden, concentración, voluntad y, finalmente, la conquista de la independencia. Está última es de particular interés en la educación ya que sintetiza gran parte de lo que es la filosofía y la metodología Montessori, durante una conferencia la Dra. Montessori (1938) explica:

  •  El niño tiene una tendencia a hacerse independiente de la ayuda de otros, especialmente del adulto. Después, mientras adquiere esta independencia, él busca el esfuerzo personal. Esto significa que el niño aprende a funcionar por sí mismo. Si no puede adquirir esta independencia no existe como individuo pues la característica de un individuo es que puede funcionar por sí mismo. Cuando ha adquirido esta independencia, su relación con el adulto ha cambiado. Es más dulce y calmado. Ya no vive bajo una represión (la sugerencia mental del adulto), por lo que pierde cualquier antipatía. Esto muestra que la relación armónica entre el adulto y el niño no depende sólo del amor que se tienen. Más bien, el entendimiento mutuo y el amor dependen de si el niño ha adquirido su independencia. (p.3) 

El momento en que uno tiene interiorizadas aquellas habilidades que le permiten desenvolverse en el ambiente por si solo, se habrá dado un gran paso hacia la independencia y la disciplina ya que, de esta manera, podrá seguir su voluntad ininterrumpidamente sin la intervención de un adulto, manteniendo aquella voluntad personal intacta y regida únicamente por la disciplina que uno mismo impone sobre sus actos. La conquista de la independencia a través del trabajo de Vida Práctica busca dotar al niño de todo lo necesario para que éste pueda desenvolverse con naturalidad donde sea que se encuentre, satisfacer su curiosidad y explorar sus propios deseos de manera independiente y facilitar el desarrollo cognitivo en el proceso, es decir, la normalización. Se toma los periodos sensitivos del niño como ventana para el desarrollo de las llamadas Tendencias Humanas, proporcionando las herramientas necesarias para el auto perfeccionamiento de las habilidades necesarias para las actividades que realizará a lo largo de su vida. 

 En este sentido, una de las principales áreas que se trabaja en Vida Práctica es el análisis del movimiento. Consiste en prestar una atención especial a los movimientos del cuerpo ya que estos constituyen el vehículo por el cual todos los intereses se desplazarán, un movimiento armónico, organizado y perfeccionado por la práctica supone una herramienta indispensable para la consecución de objetivos propuestos por uno mismo. Desde el punto de vista del adulto, es posible que la capacidad de realizar movimientos concretos y desplazarse en el espacio pase por alto ya que, en muchos casos (no en todos), estas habilidades ya han sido adquiridas total o parcialmente, sin embargo, es importante considerar que todo esto se desarrolla desde muy temprana edad y adquirir o perfeccionar estas habilidades durante la infancia puede significar una herramienta invaluable para el resto de la vida. Contar con un adecuado movimiento del cuerpo implica mayor confianza y efectividad en cualquier actividad que uno realice y, en la etapa de 3-6 años, puede significar la diferencia entre realizar una serie de actividades o simplemente no realizar ninguna actividad, la diferencia entre un crecimiento saludable y uno coartado por las limitaciones que el ambiente supone sobre nosotros. 

Es aquí donde el concepto de economía del movimiento cobra importancia, la práctica y el ejercicio de una actividad nos permite un perfeccionamiento de la misma, es decir, realizar la misma actividad con un menor uso de energía muscular y mental. La economía del movimiento consiste en un manejo adecuado de la energía, espacio y tiempo que se requiere para realizar una actividad o alcanzar una meta y un trabajo constante en este aspecto no sólo nos aportará con un excedente de recursos (energía y tiempo) sino que nos brindará un plus de confianza que nos motiva a continuar en nuestra búsqueda personal por aquello que queremos. 

 Es comprensible que el área de Vida Práctica, como la vida misma, pueda ser pasada por alto ya que es aquello que siempre está ahí, intrínsecamente incrustada en todas y cada una de nuestras actividades del día a día, sin embargo, desconocerla significaría desconocer una parte esencial del funcionamiento de nuestras vidas, desconocer los engranajes que hacen girar la maquinaria de nuestro día a día.   

LuLi

REFERENCIAS 

 - Montessori, M. (1938). Educación Moral y Social. Congreso Montessori de Edimburgo.

 - Montessori, M. (2019). La mente absorbente del niño. Países Bajos. Montessori-Pierson Publishing     Company. (Trabajo original publicado en 1986)


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